Salía de la oficina a la tarde temprano. Caminaba hacia una plaza y delante mío tres chicos iban pasándose una bolsita de pegamento. No tendrían 14, 10 años. No sé, eran terriblemente chicos. Terriblemente inconscientes. Pero sobretodo eran terriblemente inocentes de un futuro sin sentido.
Me dolió que sea algo tan corriente. Que no haya remedio solo resignación. Que no pueda hacer nada. Que fuera una muda espectadora. Que haya tanto hijo de puta suelto.
Esos pendejos piensan que nada pierden ya. Que escapan de una situación. De hecho se anestesian al dolor, al hambre, a su presente, al frío. Y yo creo que despues de ese efecto hay poco o nada que ofrecer a cambio.
Ojalá no permitamos, sigan empeñando nuestro futuro.
Del corazón al teclado
Hace 10 años.
5 comentarios:
Atardecer en la Plaza San Martín. Estoy sentada en un banco en compañía de un buen libro. Un chiquito (8 ó 10 años) se acerca a mí con una de esas infames bolsitas en la mano. El pibe está pálido y demacrado. "¿Me das una moneda para comer algo?", me pregunta. Sé que con la moneda no se comprará comida. Le propongo: "No. Pero te puedo comprar un buen sandwich y te lo cambio por la bolsita. ¿Querés?". El pibe acepta y se va con su sandwich. Yo me quedo con la bolsita y con la clara frustración de haber quitado apenas una gota de agua a un océano. Saludos, Vengadora.
Si VonE. el cambio aunque sea por ese instante fue bueno. Al menos uno logró un instante de no colaborar con un destino marcado. Al menos uno no se siente mejor pero tampoco se siente mucho peor aunque de fondo persista la frustación por una verdad difícil de modificar. Saludos VE
Estimo que mientras nos mantengamos sensibles aunque seamos pocas/os existirá esperanza de cambiar todas las situaciones injustas que nos rodean !
Y en pequeños actos uno también pega querida Vengadora...no dejes de golpear...
Saludos,
MArcela creo que la esperanza debe ser lo último que uno pierda. Al menos aunque sea poco lo que se pueda hacer, vale hacerlo sin más.
Bienvenida Moyi y sigamos pues.
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