viernes, febrero 24, 2006

Gitana, baila para mí.

Cuando los seres estamos carentes de un amor real, cualquier excusa es buena.

Fuimos a bailar. Comiste algo como para permitirte luego poder tomar algo más fuerte. Era temprano y estabamos hundidas en los sillones. La gente comenzaba a llegar. La pista llegó a su punto álgido y salimos a recorrer el lugar. Luego de pedir algo mas de 40° de alcohol, el combustible prometía una buena diversión. Salimos a bailar porque no quería que se nos pasara la noche viendo cómo otros bailaban. Te invité a la pista y ahí comenzó el despliegue.

Todavía recuerdo tu sonrisa escrutándome. Tu mirada de golpe se llenó de sensualidad y tu cuerpo dejó de serme indiferente.
La música te envolvía y llenaba de alegría. Tus movimientos no eran solo seductores para mí. Nadie permanecía indiferente a tu paso.

Todo era medio raro. El alcohol ejercía ese hechizo embriagador y relajante. Las barreras físicas se borraban y el contacto de nuestros cuerpos era más frecuente.
Otro trago, otro contacto. Te apoyaste sobre mí en la barra y permanecí inmovil como si nada mientras estaba en la caja pagando la tercera vuelta. Dejando que descansaras por un momento sobre mi espalda.

Seguimos bailando y seguías seduciéndome y seduciéndolos.
La luna llena una vez más nos bañó en su encanto.

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