Pasada la una y media de la mañana entramos con mi amigo en ese boliche que está en Almagro. Un edificio de 3 plantas demasiado iluminadas para mi gusto. No miré demasiado pero en el entrepiso se encontraba la barra. Gente bastante linda, con diferentes vestuarios, desde el modernoso hasta el casual.
Subimos por la escalera hasta ver que incluso había un entrepiso más que asomaba a lo que en otra época era una pista de baile. Habían viejos y mullidos sillones con mesitas ratonas de toques setentosos.
En el momento en que llegamos no había lugar pero había suficiente gente como para que pudiéramos darnos cuenta que el ambiente no estaba nada mal. Música dance y en la pantalla la proyección de “Secreto en la Montaña”. No la había ido a ver pero llegué justo para ver la parte principal hasta que terminó. Luego comienza una película de animé.
Eso no me impidió a que pudiéramos acomodarnos en unos sillones que recién se desocupaban un grupo de chicas. Rápidamente dos pendejos, uno muy lindo y el otro muy adolescente se tiraron de cabeza sobre el sillón principal.
Nos preguntaron si íbamos a tomar del vino que las chicas habían dejado a medio concluir. Le dijimos que era de ellos si querían, que no íbamos a tomarlo. Entre risas infantiles agarraron las copas y continuaron tomando hasta que pasada la hora siguieron tomando del pico. Constantemente estaban pendientes entre gritos y risas de ver si les prestabamos atención. Eran como quienes se encuentran de incógnito en un ambiente que si bien no es el de ellos, sienten como transgresor y eso los excita. Iban y venían al baño, se tiraron vino en la ropa y finalmente con cierta obligación machista trataron de llamar la atención de unas chicas muy lindas que se retiraban del lugar. Continuaron ríendose y finalmente dejaron el lugar.
En el interín llega alguien una artista conocida acompañada de su amigo gay. Se sienta con su amigo y comienzan a hablar animadamente. Entre risas y comentarios, una modernita cholula los interrumpe. Se presenta y le comenta su admiración. Ella amablemente le agradece hasta que finalmente se retira. Al rato cae un chico y su amiga que era la pareja que estaban esperando. La charla es animada. Observo a la chica envidiando la frescura de tener menos de 30 años. Sin embargo la famosa tiene su sex appeal, y si de elegir se tratase, me quedo con ella sin dudar.
En algún momento crucé mi mirada con ella, a lo cual respondí con una huída vil. Hay cosas que uno no cambia a pesar de la experiencia. Hay pudores que uno acarrea de los que no logra deshacerse.
Seguramente luego uno en la calma de la propia soledad, dibuja situaciones, desarrolla parlamentos, imagina miradas llenas de erotismo y seducción. Cruza los dedos que esa oportunidad llegue. Un atisbo nomás que sea posible así y bajo el telón inesperadamente. Esperando quizás que el otro venga y descorra ese telón imaginario. Me tome en sus brazos y me bese con pasión. Escena digna de un comic adolescente. Cuerpos perfectos, situaciones perfectas y momentos irrepetibles. El entorno desaparece mágicamente y una cama es testigo de una pasión inexplicable. De una noche que puede ser la última. Un amor que se puede agotar en esa misma noche o no. Un hoy porque mañana no sé. Un quiero todo ya como si fuera el último segundo de vida.
Los olores de su cuerpo, su perfume, la tersura de su piel son todos afrodisíacos que aceleran aún más mi corazón. Mi placer y felicidad están en su punto más álgido. No hay pasado ni futuro. Disfruto esto y no quiero nada más. Amo sentir un cuerpo que se enrosca en el mío. Que me resiste y se entrega. Que me desea y me busca. Amo esa lucha tan dispar tan igual. No hay reparos, ni verguenzas. No hay conocimiento pero es como si siempre nos hubiéramos sentido.
La batalla concluída. Los cuerpos exhaustos. Las miradas que se buscan iluminadas de placer. Y ese abrazo de un infinito amor que nació hoy y puede terminar en diez minutos más. Pero no importa porque todo fue auténtico. Todo fue sin reserva ni desconfianzas. Sin pretensiones. Simples y directas. Ella dibujó en mi alma su mejor caricatura. Ella atravesó mi corazón. Y yo disfruté cada trazo que su mano hizo. Ella autografió mi memoria con ese amor puro y despojado de cuestionamientos futuros. Nada quiero modificar de su vida. Los mañanas son muchas exigencias de algo que uno no sabe qué pasará. Pero el presente que vivimos es nuestro tesoro inalterable que nadie puede quitarnos.
Estamos en la calle buscando un taxi para ella. Me toma de la mano y me besa. Me estremezco y la abrazo con todas mis fuerzas. Trato de sentirla por ultima vez. Trato de dimensionar su cuerpo una vez más. Nos sonreímos y nos miramos con amor y alegría. Se sube al taxi y me vuelvo a casa llena de felicidad disfrutando cada baldosa de mi barrio.
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